jueves, 4 de agosto de 2011

Ciencias Sociales 6º

LA CIVILIZACIÓN DE GRECIA Y ROMA sin parangón entre los más ricos tesoros espirituales de la humanidad.3 3 Nota: Las condiciones económicas en los mundos griego y romano desde loe tiempos más primitivos hasta la caída del Imperio de Occi- dente pueden estudiarse en le obra de J. Toutain, L'éco-nomis antique.. 39
BENJAMIN FARRINGTON Capítulo I V EL RENACIMIENTO JONICO: LA CIVILIZACIÓN DE LOS GRIEGOS EN LAS RIBERAS DEL ASIA MENOR En nuestro último capítulo hemos sugerido la existencia de algún elemento en el carácter del pue- blo griego o en sus circunstancias, durante la Edad .Homérica, que podría explicar el gran florecimiento del genio creador en esa época. No podemos anali- zar aquí el carácter del pueblo; pero no es imposi- ble, ni aun difícil, sugerir una razón social y política que explique el progreso mental de los griegos, mientras los babilonios, y más aún los egipcios, se encontraban estancados. 40
LA CIVILIZACIÓN DE GRECIA Y ROMA En Egipto y en Babilonia la ficción de la mo- narquía de derecho divino se había establecido muy tempranamente como un medio esencial de gobier- no. Toda la actividad intelectual había caído bajo el dominio de los sacerdotes que sostenían el trono. El fomento de la superstición se consideraba como una necesidad administrativa, y el progreso cultural quedó paralizado. "Cuando los griegos comenzaron a llegar a Egipto", dice con agudeza un escritor contemporáneo,4 y quedaron pasmados por su anti- güedad y abrumados por la multiplicidad de sus dio- ses, sus castas y sus ceremonias, lo que en realidad encontraron fue una nación de fellahin gobernada con mano de hierro por una Sociedad de Anticua- rios". Podemos respaldar este juicio con muchas citas de escritores griegos, que estaban lejos de cerrar los ojos ante el significado político de las supersticiones conservadas por los gobernantes de Egipto. Por ejemplo Isócrates, autor griego del siglo IV a. de C., hablando de un personaje mítico, Busiris, a quien considera como el legislador de Egipto, dice: "In- trodujo muchas y variadas prácticas piadosas; él es- tableció la ley por la cual deben venerar y honrar a 4 Stanley Casson, en Progresa and catastrophe 41
BENJAMIN FARRINGTON animales que son despreciados entre nosotros, no porque abrigara ninguna idea errónea del poder de esas criaturas, sino por otras dos razones. La prime- ra, que le pareció apropiado habituar a la plebe a obedecer cualesquiera órdenes que le fueran impar- tidas por sus superiores; la segunda, que quería po- ner a prueba, mediante su concurrencia a esas ceremonias públicas, las opiniones que sus súbditos pudieran sostener sobre cuestiones más difíciles de observar. Pues creía que quienes desprecian esas ceremonias veniales, muy bien pueden menospre- ciar también otras cosas más importantes, y que en cambio podía esperar que quienes exhibían allí su piedad fueran igualmente respetuosos de la ley en todos los demás aspectos"5. Ahora bien, en los tiempos homéricos esas cazones para el estanca- miento intelectual no existían entre los griegos. Sus monarquías, como hemos visto, no eran absolutas, y sólo tenían un leve matiz teocrático. Además, los reyes gobernaban territorios exiguos, tenían a su disposición recursos muy escasos de hombres y ha- cienda, y eran tantos que resultaban poco más que jefes de clanes. Odiseo, monarca de la pequeña isla 5Como historia del origen de la religión egipcia, ente párrafo carece de autoridad, pero como observación acerca de su función social parece 42
LA CIVILIZACIÓN DE GRECIA Y ROMA de Itaca, era un rey de reyes. En esas circunstancias, las complicadas supersticiones que servían de apoyo a la monarquía egipcia no hubieran desempeñado ninguna función, y en realidad a Hornero nunca se le ocurre tratar a sus reyes y nobles sino como seres humanos. Asimismo, aunque conserva, como or- namento poético y como símbolos adecuados del pensamiento de la época, todo un calendario de deidades olímpicas no se deja intimidar por ellas, y sus reflexiones sobre la humanidad y su destino nunca se subordinan a las exigencias de un credo ortodoxo. Estas circunstancias sociales ofrecen por lo menos una explicación parcial del surgimiento de una literatura tan superior a la de las civilizaciones más antiguas. Es también interesante observar que justamente en la región que pretendía ser la cuna de Homero aparecieron la ciencia y la filosofía en el siglo VII a. de C., y que esos precursores de la ex- plicación racional expresaron sus pensamientos pre- cisamente en el idioma del gran poeta. Nos ocuparemos ahora de ese vasto movimiento inte- lectual, llamado el Renacimiento Jónico. A lo largo del Egeo, sobre la costa del Asia Me- nor, había en el siglo VII a. de C. una serie de ciu- justo. 43
BENJAMIN FARRINGTON dades griegas: Mileto, Priene, Magne-sia, Éfeso, Colofón, Clazomene, Focea, y las ciudades insulares de Lesbos. Samos y Quíos, que disfrutaban de una combinación de circunstancias tal como nunca an- tes se había conocido en el mundo. Los griegos de esas ciudades constituían una población inteligente y emprendedora, de, orígenes étnicos mixtos ( pues los inmigrantes griegos se habían emparentado con los pueblos indígenas ) que hablaba la lengua en la cual ya había hallado su expresión la copiosa y esti- mulante literatura épica. Su régimen político era avanzado, pues las viejas monarquías habían , sido derrocadas, y había . llegado a su fin lo que podría- mos llamar el orden social feudal. Dada su situación en la faja costera de Anatolia, donde salían al Egeo las rutas de las, caravanas orientales, se habían con- vertido en emporios comerciales, que exportaban los artículos manufacturados del interior e importa- ban en cambio las materias primas de Rusia Meri- dional, Italia y España. También tenían relaciones con Egipto pues en el siglo VII el rey Psamético, fundador de la Vigesimosexta Dinastía, invitó a los mercaderes griegos a instalares en su país, y tomó mercenarios helénicos a su servicio. Bajo el estímulo de esos contactos inmediatos con las antiguas civili- 44
LA CIVILIZACIÓN DE GRECIA Y ROMA zaciones, y de , las exigencias de su vida mercantil y marinera, esos hombres que hablaban el idioma de Hornero no podían dejar de crear una cultura origi- nal, y así lo hicieron, evolucionando con brillante originalidad en una cantidad de aspectos distintos. En arquitectura, inventaron las encantadoras formas del templo jónico, perfecto símbolo de su carácter feliz, indiferente por completo al tamaño en sí ( pues no trataban de intimidar a ningún pue- blo sometido)' y sólo interesado en la proporción. Aprendieron a hacer estatuas de mármol y de bron- ce: y sus figuras humanas son de tamaño natural y de movimientos más sueltos que en la escultura egipcia. De los fenicios adoptaron el diseño de la galera, y, lo que es aún más importante, el uso de un alfabeto fonético. La literatura comenzó también a revestir nuevas formas. Las baladas épicas, hechas para ser recitadas en los banquetes de los reyes, ya no respondían al espíritu de la época, y fueron re- emplazadas por versos líricos y elegíamos en los que hallaba expresión directa la vida personal del poeta. Así surgió una poesía de amor, de amistad, de jovialidad, de política, de pobreza y riqueza, de gue- rra y paz: la poesía de una era inquieta, aventurera e individualista. Calmo, Arquíloco, Alcmeón, Miner- 45
BENJAMIN FARRINGTON mo, Simónides, Alceo y Safo, fueron otros tantos cantores recordados de esta época. He aquí dos pa- sajes de Arquíloco: I) "Discurría la doncella plácidamente, con un ramo de mirto en una mano y una rosa en la otra, velados sus hombros y su espalda con la sombra de su cabellera". II) “No quiero tener por capitán a un individuo alto, de porte fanfarrón, atuendo exquisito y labio afeitado: dadme a un tipo bajo y robusto, patizam- bo, bien plantado sobre los pies y de ánimo fogo- so". Estas estrofas pueden dar una idea de la vivaci- dad y la naturalidad de la poesía de entonces. Para mostrar su sabiduría, su pasión, su ciencia de la propia personalidad, sería precise dar ejemplos más extensos. Pero este temperamento vivaz, que veía e mun- do cotidiano con nuevos ojos, renovó algo más que el arte y la arquitectura. Los griegos conocían las explicaciones mitológicas del universo que eran co- rrientes en las civilizaciones más antiguas, y tenían también su propia mitología, como bien saben los lectores de Homero y de Hesíodo. Pero de pronto cesaron de inventar teorías para ocultar su propia 46
LA CIVILIZACIÓN DE GRECIA Y ROMA ignorancia, comenzaron a pensar en una nueva forma, y a ofrecer explicaciones inteligibles de los fenómenos del universo basadas en elementos de la experiencia común. En la ciudad de Mileto, parti- cularmente, una sucesión de tres grandes pensado- res, Tales, Anaximandro y Anaxí-menes, inauguró un capítulo de especulación racional sobre la natu- raleza de las cosas que significó el principio históri- co de la ciencia moderna. Allí, por primera vez, se reconoció la teoría como organizadora de la expe- riencia. Ya no se trata únicamente de decirse: "Haré esto porque veo que da resultado", sino de añadir además: "Si da resultado, debe ser porque su natu- raleza es tal". ¿Por qué está . constituido el universo de tres clases de materia: sólida, líquida, y vaporosa? se pre- gunta Tales. Y responde que probablemente las tres puedan reducirse a una sola forma fundamental, a saber, el líquido, tal como el agua puede congelarse y hacerse sólida, o calentarse hasta que se evapora. Anaximandro continúa este razonamiento con la sugestión de que probablemente la substancia pri- mera no sea ni tierra ni agua, ni vapor, sino alguna especie de común denominador de los tres. Anaxí- menes completa esta línea de especulación, por el 47
BENJAMIN FARRINGTON momento, opinando que la diferencia entre sólidos, líquidos y vapores no es fundamentalmente cualita- tiva, sino cuantitativa. Una pequeña cantidad de la substancia primaria en un espacio dado, es vapor; una cantidad mayor determina la forma líquida, y mayor aún, produce la materia sólida. De este modo la teorización racional penetró en el dominio de la experiencia para organizarla y profundizarla, y nació fa verdadera ciencia. Del mismo modo, en esa época se procedió también a purgar las observaciones astronómicas de los babilonios y los egipcios de sus características astrológicas, y sus conocimientos matemáticos, que habían permanecido en la etapa empírica, y carecían de abstracción y generalización, se desarrollaron rápidamente hasta convertirse en una estructura ló- gica coherente, en la cual se captaron claramente por primera vez las condiciones de la prueba mate- mática. Como el verso resultó inadecuado para esas especulaciones y raciocinios, la expresión fue com- pletada mediante la creación de un estilo de prosa que pronto evolucionó, a partir de unos principios tan rígidos como torpes, hasta alcanzar una facili- dad, una variedad y una amplitud que satisfacen 48
LA CIVILIZACIÓN DE GRECIA Y ROMA tanto el oído como el intelecto. Se iniciaron también la geografía descriptiva, la historia y la cartografía. Y este fermento intelectual no se limitó a las costas del Asia Menor, pues en aquella época de colonización los griegos de Anatolia ya tenían sus plazas comerciales en el otro extremo del Medite- rráneo, en Francia y España; y las ciudades griegas eran tan numerosas e importantes en el sur de Italia y en Sicilia que esa región llegó a ser conocida como la Magna Grecia. Allí también cundió la especula- ción sobre la naturaleza de las cosas, y los nombres de Pitágoras de Crotona, Parménides de Elea, y Empédocles de Agrigento son tan grandes como los que distinguieron a Mileto y otras ciudades griegas del Asia. Por último, fue en la ciudad de Abdera, en Tracia, donde la especulación cósmica de la época llegó a su culminación con la teoría atómica de Leu- cipo y Demócrito. Su amplia explicación materia- lista del universo es el digno remate del gran edificio intelectual de la Grecia Jónica. Poder apreciar esta proeza, seguir el curso de la especulación griega en los ciento treinta años que separan a Tales de De- mócrito, es llegar a entender uno de los momentos más vitales en la historia del pensamiento humano. Para el estudiante, es ésta la introducción natural a 49
BENJAMIN FARRINGTON la historia de la filosofía y del pensamiento científi- co, y su valor educativo ha sido reconocido hace va mucho tiempo en las universidades de todo el mun- do. El gran período del Renacimiento Jónico se ex- tiende aproximadamente del 600 al 450 a. de C. Desgraciadamente, casi toda la producción literaria de esta época ha desaparecido. Lo que subsiste es una multitud de fragmentos que han sobrevivido en citas o en paráfrasis en las obras de los enciclope- distas. biógrafos, escritores de diccionarios y com- piladores griegos de todas clases, que vivieron en épocas posteriores. Las obras más antiguas que se han conservado íntegras pertenecen a una colección de obras médicas provenientes de la escuela del gran médico Hipócrates, de la isla de Cos, y las más antiguas de ellas datan quizás del año 500 a. de C. El más grande de los monumentos conservados de la prosa jónica es la Historia de Heródoto, escrita aproximadamente a mediados del siglo v. Hipócra- tes y Heródoto, lo mismo que Hornero, siguen inte- resando, no sólo al especialista, sino al estudioso de la historia en general. Obras como la Medicina anti- gua, y La enfermedad sagrada, de Hipócrates, y el juramento hipocrático, no son meramente parte de 50
LA CIVILIZACIÓN DE GRECIA Y ROMA la historia de la medicina, sino de la cultura humana. Y la Historia de Heródoto sigue siendo tan divertida en sus pormenores, y tan imponente en su efecto total, como lo era hace más de dos mil años. 51

1 comentario: