jueves, 4 de agosto de 2011

Ciencias Sociales 8º

La época de la Restauración (1815-1848)

La derrota de Napoleón en 1814 y la restauración de Luis XVIII en Francia.

Tras la derrota de Napoleón se cierra el ciclo de la Revolución Francesa aparentemente derrotada también. Y se trata de restablecer los tronos y las fronteras tras las guerras iniciadas en 1792.

De momento, tras la primera derrota de Napoleón en 1814, los dignatarios de su Imperio, que procedían de todos los sectores y fases de la revolución reconvertidos en instrumentos napoleónicos, le convencen de que abdique para salvar a Francia, polarizando en él toda la culpabilidad, y pactan con el hermano del destronado y guillotinado Luis XVI el restablecimiento en Francia del trono de los Borbones que, efectivamente ocupará con el nombre de Luis XVIII, pero no como monarca absoluto, sino con una constitución pactada con esos dignatarios de la revolución y del Imperio, aunque figura que es el rey el que la establece y que no le es impuesta por la revolución en nombre del Pueblo Soberano, sino que él como rey la concede, por lo que se denominará la Carta Otorgada. El pacto también se concreta en que el rey tiene en su gobierno a personajes como Talleyrand y Fouché, procedentes del gobierno napoleónico y anteriormente de otras fases de la revolución; el ejército es el napoleónico y antes revolucionario. La Restauración en Francia es un régimen resultante de una transacción o pacto del Trono con la Revolución. El nombre le viene de que los Borbones vuelven a ser la dinastía reinante.

En la Historia Universal se generaliza este nombre de Restauración, porque también se trata de restablecer las fronteras y reponer en sus tronos absolutos a los monarcas legítimos. La Restauración no es la implantación de la monarquía tradicional, porque los gobiernos vencedores y los dirigentes sociales se basan en las ideas de la Ilustración y no quieren ir a un saneamiento social basado en el cristianismo aplicado de forma consecuente. Sólo pretenden eliminar los efectos para ellos negativos de la violencia revolucionaria, pero no la raíz. "No han olvidado nada y no han aprendido nada", como se dice de los aristócratas franceses que regresan ahora de la emigración.

Sólo apuntalarán la monarquía con la formulación del legitimismo, según la cual el poder les corresponde a los monarcas legítimos frente a usurpadores como Napoleón, lo cual es evidente; el problema es que según ellos basta con que sean legítimos de origen aunque carezcan de la legitimidad de ejercicio, que consiste en gobernar como Dios manda, es decir, que gobiernen con honradez, para lo cual necesitan actuar según normas seguras de moralidad, y la implantación de la monarquía tradicional en vez de su distorsión absolutista y despótico-ilustrada requiere acatar la autoridad infalible de la Iglesia en materia de moralidad.

El legitimismo lo introduce Talleyrand para salvar a Francia de las consecuencias de la derrota, a base de presentar a Napoleón como culpable y a Francia, regida ya por Luis XVIII, que es el rey legítimo y una víctima de Napoleón y de la Revolución a la que no se puede castigar más, sino restaurarle en su trono por ser el rey legítimo. Estaba en los ilustrados del XVIIIl el origen insospechado del legitimismo.

El Congreso de Viena (1814-1815)

Es la reunión en la capital del nuevo Imperio de Austria de los representantes de todas las potencias europeas grandes y pequeñas con la doble finalidad de rehacer las fronteras y de restablecer a los monarcas legítimos en sus tronos absolutos, superado aparentemente en 1814 el ciclo revolucionario. En muchos casos, esos representantes son los máximos dirigentes de sus países, emperadores, reyes, jefes de gobierno.

No se establece el sistema tradicional, ni siquiera se reproduce exactamente la situación del Antiguo Régimen, que ya era no lo tradicional, sino el despotismo ilustrado.

El Imperio Romano, suprimido el 6 de agosto de 1806, no es restaurado

Hay excepciones significativas, como mantener la supresión del Sacro Imperio Romano de Nación Germánica impuesta por Napoleón en el tratado de Presburgo (Bratislava) de 25.12.1805, tras vencer en la batalla de Austerlitz. Él se había proclamado emperador en 1804 y obliga a Francisco II a firmar esa supresión del Imperio Romano, permitiéndole ser Emperador de Austria, como efectivamente accederá a serlo con el nombre de Francisco I. Se tendrá que someter hasta a cambiar su propio nombre. Y declarará suprimido el Imperio Romano Germánico el 6 de agosto de 1806.

Tampoco se restaura Polonia, que había quedado dividida entre las grandes potencias vecinas, Rusia, Prusia y Austria en los tres repartos de Polonia del siglo XVIII. Tampoco Napoleón la había restaurado. Ni se devuelven a la soberanía del Papa los territorios del Condado Venaisin y de la ciudad de Aviñón que la Francia de la Revolución había ocupado y ahora, pese a su derrota, se le permite Francia retenerlos.

Los Cien Días de Napoleón en 1815. Waterloo

Napoleón se evade de la isla de Elba, se presenta en Francia, donde el triste ambiente de la derrota no era bueno para hacer popular la Restauración de Luis XVIII, y con el apoyo del ejército se proclama de nuevo emperador.
La alarma despertada en los gobernantes reunidos en Viena les lleva a renovar la alianza y a enviar contra Napoleón sus tropas al mando de Wellington, que lo derrota en Waterloo el 18.06.1815. Tras el Imperio de los Cien Días (de marzo a junio de 1815), Napoleón es confinado ahora en la isla de Santa Helena, en mitad del Atlántico Sur, donde muere seis años después.

El Acta final del Congreso de Viena 9.06.1815
El mapa de 1815

Se mantiene la supresión del Sacro Imperio Romano de Nación Germánica impuesta por Napoleón en el tratado de Presburgo (Bratislava) de 25.12.1805, tras vencer en la batalla de Austerlitz. Él se había proclamado emperador en 1804 y obliga a Francisco II a firmar esa supresión del Imperio Romano, permitiéndole ser Emperador de Austria, como efectivamente accederá a serlo con el nombre de Francisco I. Se tendrá que someter hasta a cambiar su propio nombre. Y declarará suprimido el Imperio Romano Germánico el 6 de agosto de 1806.

Tampoco se restaura Polonia, que había quedado dividida entre las grandes potencias vecinas, Rusia, Prusia y Austria en los tres repartos de Polonia del siglo XVIII. Tampoco Napoleón la había restaurado. Y ahora sigue dividida entre esas grandes potencias vecinas, Rusia, Prusia y Austria

Ni se devuelven a la soberanía del Papa los territorios del Condado Venaisin y de la ciudad de Aviñón que la Francia de la Revolución había ocupado y ahora, pese a su derrota, se le permite Francia retenerlos, incluso después del Imperio de los 100 días de Napoleón, que convertía a Francia en reicidente..

Inglaterra, que es la gran vencedora de las guerras de la época revolucionaria y napoleónica, consigue todos sus objetivos.
Las otras grandes potencias son Austria, Prusia y Rusia.

LAS REVOLUCIONES BURGUESAS
Las revoluciones burguesas son un concepto historiográfico originado por la escuela del materialismo histórico o marxismo que se utiliza para manifestar que el componente social dominante en un movimiento revolucionario corresponde a la burguesía.
Aunque pueden remontarse al mismo nacimiento de la clase burguesa en las ciudades europeas medievales, el concepto suele restringirse a los ciclos revolucionarios que se sucedieron desde finales del siglo XVIII y que en su definición política se conocen como Revolución Liberal. Su principal ejemplo fue la Revolución francesa (1789), seguido en distintos momentos por los demás países europeos (revolución de 1820, revolución de 1830, revolución de 1848) o americanos (Independencia de la América Hispana, pues la Independencia de Estados Unidos es anterior, de 1776) hasta la Primera Guerra Mundial (1914-1918), que acaba definitivamente con los últimos recuerdos del Antiguo Régimen; notablemente en Rusia con la Revolución de febrero de 1917, que sólo precede en pocos meses a la Revolución de Octubre, que se clasifica ya como revolución socialista y proletaria.
Según esa concepción materialista de la historia (muy matizada desde mediados del siglo XX incluso por la propia historiografía materialista), los intereses de la burguesía se manifestaron en la superestructura político-ideológica por las ideas de la Ilustración, que hablaban de libertad y derechos en oposición al absolutismo y la sociedad estamental; y de libre mercado frente a las restricciones del modo de producción feudal. La ideología burguesa no se restringe a esa clase, sino que se extiende por el cuerpo social, tanto en el conjunto de la población dominada (mucho más numerosa por incluir a todos los no privilegiados), así como a elementos individuales de los estamentos privilegiados (nobleza y clero), e incluso en algunos casos al aparato mismo del poder de la monarquía absoluta, que se veía a sí misma como despotismo ilustrado.


LUCHAS OBRERAS
Lucha Obrera (LO, en francés) es el sobrenombre por el que se conoce al partido político francés de extrema izquierda Unión Comunista (de tendencia trotskista, sección francesa de la Unión Comunista Internacionalista). La denominación también da nombre al órgano oficial (semanario) del partido.
Se define como un partido político comunista, internacionalista y revolucionario, cuyos objetivos más inmediatos son el combate contra el capitalismo, tanto a corto como a largo plazo, y la construcción de un gran partido obrero capaz de organizar a la clase trabajadora y acompañarla en su tarea revolucionaria a nivel mundial. Su líder más carismática ha sido la histórica portavoz Arlette Laguiller, candidata presidencial desde 1974 hasta 2007 (fecha en que anunció que no se volvería a presentar). Actualmente, el partido es liderado por Nathalie Artaud, que sucedió también a Laguiller al frente de LO.
La revolución de 1848 contó en Francia con la participación de un nuevo grupo social: los obreros industriales o proletario. Sin embargo, su alianza con la burguesía y la clase media, durante la lucha por la democrazacion

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